El bikepacking no es solo una forma de viajar en bicicleta, es una filosofía: la búsqueda de libertad, autosuficiencia y conexión con el entorno. Pero ¿de dónde viene esta práctica que hoy gana cada vez más adeptos en todo el mundo?
De las raíces del cicloturismo a la evolución moderna
Para entender el bikepacking, primero hay que hablar del cicloturismo clásico , una práctica con más de un siglo de historia. Desde principios del siglo XX, personas de distintos rincones del mundo comenzaron a usar la bicicleta como medio para explorar, recorrer distancias largas y descubrir nuevos paisajes. Las alforjas, los portabultos y las bicicletas de acero resistentes fueron durante décadas los compañeros habituales de estos viajeros.
Sin embargo, con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, surgió una nueva manera de entender el viaje en bicicleta: más ligera, más versátil y más adaptada a caminos sin asfalto y entornos naturales .
Fue así como nació el concepto de bikepacking , un término que fusiona dos palabras: bike (bicicleta) y Backpacking (mochilero). Es decir, llevar lo esencial en la bicicleta como lo haría un mochilero a pie, pero con la libertad y el dinamismo que brinda el pedal.
La evolución del equipo y la mentalidad.
El bikepacking se desarrolló principalmente en regiones donde el contacto con la naturaleza, los senderos y los espacios abiertos son parte del paisaje cotidiano: el oeste de Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda o los Alpes. Allí, los ciclistas comenzaron a adaptar sus bicicletas para recorrer rutas de montaña o gravel durante varios días, cargando solo lo necesario y prescindiendo del equipamiento pesado del cicloturismo tradicional.
Con el tiempo, surgieron marcas especializadas en bolsas ligeras y resistentes, diseñadas para colocarse directamente sobre el cuadro, el manillar o el sillín, sin necesidad de portabultos. El diseño de las bicicletas también evolucionó: cuadros con más espacio para bolsas, geometrías más cómodas, ruedas polivalentes y componentes más robustos.
Pero más allá del equipamiento, el cambio más importante fue la mentalidad . El bikepacking no se trata de velocidad ni de acumular kilómetros, sino de disfrutar el trayecto, adaptarse al entorno y redescubrir lo simple. Dormir bajo las estrellas, cocinar en una hornilla, cruzar ríos, improvisar y compartir la ruta con otros viajeros son parte del encanto.
De los pioneros a una comunidad global
Con el auge de las redes sociales, los blogs y los foros especializados, el bikepacking creció como una comunidad global. Historias de ciclistas cruzando continentes, explorando parques nacionales o simplemente escapando de la ciudad durante el fin de semana, inspiraron a millas a probar esta forma de viaje.
Eventos como el Tour Divide (una ruta de bikepacking desde Canadá hasta México), el Silk Road Mountain Race o la Atlas Mountain Race en Marruecos han demostrado que el bikepacking puede ser tanto una aventura personal como un reto físico de alto nivel.
Hoy en día, no importa si recorres senderos de montaña, caminos rurales, desiertos o costas: si viajas en bicicleta con lo esencial, buscando autonomía y conexión con la naturaleza, estás haciendo bikepacking.
El presente y el futuro del bikepacking
Actualmente, el bikepacking vive una verdadera expansión. Más marcas productos desarrollan específicos, más rutas están siendo documentadas, y más personas —de todas las edades— descubren el placer de viajar sin prisas, con poco equipaje y mucha curiosidad.
En un mundo cada vez más acelerado, el bikepacking ofrece algo único: volver a lo simple, desconectarse de lo digital y reconectar con uno mismo .
No importa si tu aventura empieza en un bosque cercano, un campo abierto o una ruta de varios días. Lo esencial cabe en una bicicleta. Y el mundo, ahí fuera, te estás esperando.